Hoy quiero regresar el tiempo
Hoy quiero pensar en él
Hoy quiero creer que él me escucha
Hoy quiero regalarles un recuerdo mío.
Aun recuerdo la imagen de él, sentado en el sillón con el periódico, un cigarro en la mano y en el buró una coca. Él era mi tío Enrique (mi tío gordito) alguien que nació en principios del segundo tercio del siglo pasado, una persona que vivo en su niñez la segunda guerra mundial, la urbanización de México, la invención de la televisión a colores y un sin fin de tecnologías, vivió en un país prospero pero también en la etapa del país en crisis, sin contar el sin fin de aconteceres políticos y todas las tomadas de pelo por parte del gobierno.
Él que me enseño que hay momentos en la vida en los cuales “hay que hacer buches de mierda y lo peor de todo, tragárselos”, alguien con una fortaleza sin igual, él que después de terminar un cigarro con ese mismo encendía el siguiente, mi tío por quien escuche a Facundo Cabral, con quien tarare canciones de Chava Flores, quien me contó un sin fin de historias de toda la republica, alguien que me enseñó a ser una mujer de valor que me aconsejo tener cuidado cuando me encontrara con un “cabrón” como él, aunque me advirtió que en el mejor de los casos es encontrarse con un “cabrón” porque lo peor es encontrarse con un pendejo.
Aun recuerdo las ultimas catástrofes que pasamos juntos, la quiebra de su papelería, la inundación de su casa (de su primer familia y a la que amó con todo su corazón), para que terminara con parálisis de medio cuerpo. Y el último proceso ya no lo pude vivir con él. Sin embargo fue alguien que me mostró ante todo inteligencia y fortaleza del ser (a su modo pero creía en alguien), hoy me pregunto ¿que me hubiera dicho ante tremendo desmadre en México? Y pensando un buen rato, la única respuesta que se me ocurrió fue esta. “No estás deprimido, estás distraído” de Facundo Cabral, les recomiendo escuchar esa reflexión, en la voz de propio Facundo, y sentirán un poco del sentimiento que mi tío me hacía sentir al escucharlo.
Hoy quiero pensar en él
Hoy quiero creer que él me escucha
Hoy quiero regalarles un recuerdo mío.
Aun recuerdo la imagen de él, sentado en el sillón con el periódico, un cigarro en la mano y en el buró una coca. Él era mi tío Enrique (mi tío gordito) alguien que nació en principios del segundo tercio del siglo pasado, una persona que vivo en su niñez la segunda guerra mundial, la urbanización de México, la invención de la televisión a colores y un sin fin de tecnologías, vivió en un país prospero pero también en la etapa del país en crisis, sin contar el sin fin de aconteceres políticos y todas las tomadas de pelo por parte del gobierno.
Él que me enseño que hay momentos en la vida en los cuales “hay que hacer buches de mierda y lo peor de todo, tragárselos”, alguien con una fortaleza sin igual, él que después de terminar un cigarro con ese mismo encendía el siguiente, mi tío por quien escuche a Facundo Cabral, con quien tarare canciones de Chava Flores, quien me contó un sin fin de historias de toda la republica, alguien que me enseñó a ser una mujer de valor que me aconsejo tener cuidado cuando me encontrara con un “cabrón” como él, aunque me advirtió que en el mejor de los casos es encontrarse con un “cabrón” porque lo peor es encontrarse con un pendejo.
Aun recuerdo las ultimas catástrofes que pasamos juntos, la quiebra de su papelería, la inundación de su casa (de su primer familia y a la que amó con todo su corazón), para que terminara con parálisis de medio cuerpo. Y el último proceso ya no lo pude vivir con él. Sin embargo fue alguien que me mostró ante todo inteligencia y fortaleza del ser (a su modo pero creía en alguien), hoy me pregunto ¿que me hubiera dicho ante tremendo desmadre en México? Y pensando un buen rato, la única respuesta que se me ocurrió fue esta. “No estás deprimido, estás distraído” de Facundo Cabral, les recomiendo escuchar esa reflexión, en la voz de propio Facundo, y sentirán un poco del sentimiento que mi tío me hacía sentir al escucharlo.
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